martes, 7 de julio de 2009

TEATRO Y CINE

XII


TEATRO Y CINE


Del libro El Judío Internacional de Henry Ford, (Editorial Solar Cia. S. en C., Noviembre de 2003) extraemos:
Todo cuanto el judío acaudille económicamente, sea el negocio del alcohol, o el del teatro, se convertirá inmediatamente en un problema moral, o mejor dicho, inmoral.
La edad de oro del teatro pasó. Los grandes actores murieron, sin hallar dignos sucesores. El espíritu elevado y noble de antaño ya no place.
Un director de teatro judío afirmó: Shakespeare nos mataba el negocio y otro habló de la ridícula misión moralizadora del teatro.
Los sionistas se apoderaron del teatro, no para conseguir éxitos artísticos, sino para infiltrar a través de los escenarios su disimulada propaganda, primero y ahora, su agresión a la moral convencional, pues el teatro no escapa a la consecución de sus fines: Desmoralizar para debilitar y debilitar para sojuzgar.
Volvamos a Henry Ford:
Sensacional, estúpido y vulgar es el tema preferido. El adulterio se convierte en trama primordial. Exhibición de carne desnuda en grupo lujurioso, racimos de cuerpos femeninos cuya vestimenta apenas pesa cinco gramos: Tal es el arte moderno para el empresario judío.
En este teatro, el arte escénico es ahogado por la Tramoya. Para entretener a la masa domesticada y cansada, se bombardea con confeti, con desnudos, con encajes, con oropel...
En los Estados Unidos de América existieron primero los Trust teatrales y luego vinieron los industriales.
Los antiguos empresarios teatrales, no judíos, murieron pobres por darle prioridad al arte, antes que al negocio.
Ya en 1896 el Trust tenía bajo su control 37 teatros y sus propietarios fueron Klaw, Erlanger, Nixon, Haymann y Frohmann, todos de la hermandad. Más tarde se les unieron los tres hermanos Rich, Harris y Brookes. El sistema de alquiler de locales que utilizó este Trust, acabó borrando de la escena a sus competidores no sionistas.
Volvemos con Henry Ford:
Escenario y pantalla son las fuentes en que la masa popular bebe sus conocimientos acerca del modo de vivir y de pensar de las clases acomodadas. Cuanto de esta suerte y de intencionadamente falso y perverso va infiltrando el judío a la masa, no puede ni de lejos apreciarse. Muchas veces extraña lo embrutecida y confusa de nuestra generación adolescente. En lo anteriormente esbozado hallamos la respuesta.
Toda vez que algún crítico señalaba el carácter vulgar, indecoroso y mediocre de lo escenificado, era incluído en la “lista negra” y no le volvían a dar trabajo.
Se lee, se oye y se vive recurrentemente, cómo un público indignado debe pararse a veces de sus butacas en rimbombantes teatros, alguna vez, verdaderos templos del arte, hoy convertidos en tristes escenarios de propaganda masónica. Los excesos a que han llegado para ofender sentimientos religiosos diferentes a los suyos, son inauditos. Alguna noche, en una de tantas funciones de un encopetado teatro de una de las más importantes capitales de Europa, en una pobre presentación escénica llevaron en andas desde atrás y a través de los pasillos en burlona procesión a una estatua de la Virgen María, de la cual, llegada al escenario, hicieron emerger de golpe a una vedette, una mujerzuela vulgar que la representaba y ante un público atónito empezó a hacer un strip tease de burdel barato.
He sido además muchas veces testigo presencial de aberrantes distorsiones “artísticas” de la moral, de los valores, enseñados y predicados también por la respetable religión hebrea; y de ataques contra los otros credos, en teatros y óperas regentados por la masonería.
No debe perderse de vista el chantaje sionista a que han sido sometidas Austria y Alemania después de la Segunda Guerra Mundial, hasta el punto de que para sus ciudadanos se convirtió en tabú mencionar siquiera esa conflagración. Aunque las inmensas mayorías nacieron después de terminada la guerra, sólo les es lícito ceder sus, otroras Templos del Arte, teatros, óperas, televisiones y radios estatales, a la administración de la masonería, que en concubinato con ciertos partidos, supuestamente populares, dictan el destino de esas naciones y los inocentes contribuyentes de hoy, encargados de seguir pagando la elevada factura que a cada rato presenta la “Sociedad de Sociedades”, no disponen, por lo menos las mayorías, de canales de información libres, ni de opciones democráticas independientes, sino que están hoy más asidos que nunca por las garfas de los buitres, y su libertad, muchas veces sin saberlo, consiste en poder elegir entre dos opciones: la más mala o la peor. Casi nadie intuye que el gran crimen que se les enrostra y se les quiere seguir enrostrando siempre, fue planeado y ejecutado por sus acusadores.
Aunque siguen utilizando las bellas artes de siempre, para agredir y pervertir la moral de sus “Futuros Esclavos”, el séptimo arte les abrió horizontes más amplios.
Henry Ford escribe en la página 326 de El Judío Internacional (Editorial Solar) que el doctor Empringham publicó la siguiente noticia:
Recientemente participé en una conferencia de propietarios de cines en Nueva York, entre ellos fui el único cristiano. Los quinientos restantes eran judíos.
Más adelante en la página 327:
Los que fabrican inmundicias morales, no son accesibles a la voz de la conciencia. Ni creen que su producción sea inmundicia moral, ni que presten servicios inapreciables a los que viven de la perversión del género humano. No comprenden nuestra indignación, sino que la declaran enfermiza llamándola envidia y hasta ¡antisemitismo!. La industria peliculera es en realidad una cloaca, y ¡es judía!. Quien la combate “persigue a los judíos”.
Más adelante:
Nueve décimas partes de la fabricación de las películas están concentradas en manos de diez grandes consorcios productores que radican en Nueva York y Los Ángeles. Cada uno de éstos dispone de cierto número de consorcios secundarios repartidos en el mundo entero. Los consorcios dominan en absoluto el mercado mundial. El 85 por 100 de ellos está en manos judías, poseyendo una organización poderosamente centralizada. Ésta reparte sus productos a millares de cines. La mayoría de los propietarios de éstos son judíos de grado inferior. Las fábricas peliculeras independientes, no poseyendo centralización, tienen que dirigirse al mercado libre.
Muchas personas se extrañan de que no exista demanda de películas buenas, pero es debido a que éstas no tienen la posibilidad de obtener acceso al público. Cierta conocidísima fábrica peliculera, que ofrecía películas realmente hermosas y de inmejorables asuntos dramáticos y educativos, tuvo que liquidar, por resultarle imposible conseguir la proyección pública de sus obras.
Si obtuvo cierto éxito pasajero y reducido al entregar sus productos a empresarios judíos, sucumbió por fin a la oposición oculta, pero omnipotente de este otro grupo, que manifiestamente no quiere admitir que penetre en esta industria lo decente y se haga culto de la pura satisfacción íntima del público en el teatro.
Más adelante (Pág. 329) complementa:
Doquiera y cuantas veces se intente poner un dique a la riada de vulgaridad que por medio de los cines se vierte diariamente sobre el pueblo americano, obsérvese que la oposición contra ello procede de los judíos. Cuando, por ejemplo, se trata de despertar el interés por dignificar el descanso dominical, los adversarios del movimiento, aunque éste no reclame leyes extraordinarias, son judíos que justifican su proceder por reclamar respeto para sus creencias religiosas. Cuando se cita el cinematógrafo ante el foro de la sana opinión pública, sus defensores son judíos. En la Junta arriba citada se llamaban los defensores, representando las compañías peliculeras Meyers, Ludwigh, Kolm, Freund y Rosenthal, judíos todos ellos.
En los Protocolos de los Sabios de Sión se lee:
Nosotros engañamos, embobamos y desmoralizamos a la juventud de los infieles infiltrándole teorías y principios educativos, que a nuestros ojos son manifiestamente falsos. De hace mucho tiempo nos venimos ocupando de que el clero cristiano caiga en descrédito. Por consiguiente tenemos que socavar la religión, extirpar del espíritu de los infieles los conceptos de Dios y alma, sustituyéndolos por fórmulas matemáticas y anhelos materiales.
Ya desde un comienzo se empezaron a formar los Trust cinematográficos, todos en cabezas judías:
United Artists Corporation bajo Hiram Abrams.
Fox Film Corporation bajo William Fox (antes Wilhelm Fuchs, judío húngaro).
Metro Pictures Corporation bajo Marcus Loew.
Universal Film Company bajo Carl Laemmle (quien tomó el apellido de su madre, pues él fue hijo del judío alemán Julius Baruch).
Famous Players bajo Adolfo Zukor (judío húngaro).
Estos fueron solamente algunos de los más protuberantes iniciadores, pero detrás de ellos hay una interminable lista de nombres y compañías. Más abajo los cines, hasta la insignificante sala de cine en los barrios periféricos, están dominados por pequeños judíos, muchos de ellos, anteriores ropavejeros.
Puede decirse sin tapujos, que el negocio cinematográfico es enteramente judío, afirmaba Ford, pero hay honrosas excepciones.
A nadie le debe extrañar pues, que en las películas aparezcan siempre los rabinos envueltos de una aureola de dignidad y autoridad, mientras los sacerdotes católicos son degradados a vulgares pedófilos, a inclinados a la picardía, a dipsómanos, a glotones o en el mejor de los casos, a apasionados seductores, hasta de las mujeres del prójimo.
Esto último es válido también para los demás medios de comunicación de masas, que están casi en su totalidad bajo su control.
Que el cine se haya convertido en escuela del crimen, que lleve hasta los más recónditos lugares del planeta el más completo catálogo de aberraciones e instintos bajos, que sea el paradigma y tutor de la violencia y de la pornografía, que exalte todo lo que a través de míles de años se ha combatido para proteger a la familia y de contera a la sociedad, no es ningún despropósito, ni un secreto y encaja perfectamente con los planes de la masonería de desmoralizar para debilitar y así ir logrando el dominio, que tan cerca los tiene del “gobierno universal”.
A propósito de “gobierno universal” como meta final de la Sociedad de Sociedades, el cine está plagado de posturas y personajes satánicos que alcanzan poderes sobrehumanos y cuyas metas son siempre el “dominio universal”, lo cual encaja perfectamente con los enunciados de las logias satánicas. Esto obviamente no es coincidencia.
En la confusión y el caos morales en que se debate la sociedad actual, casi todos los que no han sido totalmente anestesiados se preguntan acerca de los motivos de lo que está sucediendo, sin poderse dar una respuesta satisfactoria: ¿Por qué la excesiva obscenidad?, ¿A qué se debe tanta violencia?, ¿Por qué los corruptos alcanzan los cargos de gobierno?, ¿Por qué prospera la mafia?, ¿Por qué la drogadicción y la promiscuidad sexual desde la pubertad?, ¿Por qué ya no se respetan la verdad y la justicia? ¿Por qué tanta defensa y tan vehemente del aborto y del matrimonio entre homosexuales, contraviniendo la Ley Natural? Y el interrogatorio sin fin naufraga en un mar de frustración.
Se me ocurre, que lo que escribió Tomas Hemerkem de Kempis en su inmortal Imitación de Cristo: En realidad de verdad, miseria es vivir sobre la tierra, se puede aplicar perfectamente a tener que soportar las perversidades de los congéneres masones.
En la mañana del lunes 18 de abril de 2005 en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, el Cardenal Joseph Ratzinger, hoy Papa Benedicto XVI, pronunció una homilía antes de comenzar el cónclave, de la cual extractamos:
Tener una fe clara, según el Credo de la Iglesia, es etiquetado con frecuencia como fundamentalismo. Mientras que el relativismo, es decir, el dejarse llevar, ZARANDEAR POR CUALQUIER VIENTO DE DOCTRINA, parece ser la única actitud que está de moda. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no conoce nada como definitivo y que sólo deja como última medida el propio yo y sus ganas.
Yo me atrevo a agregar, que lo que quiso expresar diplomáticamente el actual Pontífice, no fue nada distinto a la moral para goims de la masonería sionista, esto es, con la que han pretendido y conseguido degenerar las masas para avasallarlas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario